lunes, 13 de abril de 2020

escribiendo en cuarentena


  

Biblioteca Barrio Puerto - Patronato de Liberadxs Necochea
Juntando Historias /taller literario andante
2020

marzo de 2020

La consigna fue :Escribir con libertad alguna historia sobre algún juego preferido que tenemos ahora o tuvimos en la infancia. También se puede nombrar juguetes que tuvimos y agregar alguna travesura, alguna macana que nos mandamos de chiquis (yo me acuerdo ahora una que fue poner a calentar leche sobre la hornalla en una jarra de plástico –que por supuesto se derritió-). Para recordar, reír un poco, y sobre todo ganas de volver a jugar!

Aparte: si en vez de persona humana fueses un animal, qué animal elegirías ser?

Aquí encontrarás estos:




  



Travesuras mías:  recuerdo que  trabajaba en el campo, con mis 2  primos en el campo    trabajábamos en una chancheria  y un día mis primos salieron a darle de comer a los cerdos  y mi primo dejo las botas y al lado de las botas  había un sapo y se me ocurrió la travesura de meterle el sapo adentro de las botas  y horas después  se quiso poner las botas y no le entraba porque el sapo estaba dentro   y él le tenía fobia a los sapos  y metió la mano  dentro de la bota pensando que era una media   y cuando metió la mano y era un sapo reboleó las botas   y yo reí mucho por mi travesura

un águila

Andrés









Me crié sin hermanas, hasta mis 11 años, así que he inventado montones de juegos, algunos muy aburridos. Algo que me gustaba era ponerles nombres extravagantes a mis muñecos, a veces eran nombres como Agustina, Valeria, Jesica, pero a veces me gustaba bautizarlas con otros como Rosa, María, Azucena, y un día jugando con mi abuela ella le puso Virginia a una de mis muñecas, y no sé por qué me causó tanta gracia que me hiciera pis encima de la risa ** No me olvido más de eso… Acostumbrada a estar sola,  (supongo) tenía un amigo imaginario, se llamaba Ramón. Era aterrador para mi familia, ya que “dormía conmigo”, hasta le ponía su plato y su vaso…  he aquí, al pobre Ramón, que  se comía las cagadas a pedo de todos por las cagadas que me mandaba yo… Ese día que era un sufrido bárbaro! Y me crié también entre cartas y dados, así que mucho tiempo pasaba timbeando, sola o acompañada, igual era…  Y hasta el día de hoy me gusta mucho jugar a las cartas!!!


Si fuese un animal, me encantaría ser un pájaro. No hace falta explicar las razones.
“amo la libertad”

Carolina



  



Mi niñez con mis travesuras locas
Cuando era chica  recuerdo que yo era como la hormiga, siempre esperaba que mi mamá se sentara a coser,  para hacerla renegar con mi travesura, ella buscaba el hilo, quien  yo ella buscaba el hilo, quien la tenía yo. Ella buscaba el restante de tela –quién la tenía toda cosida: yo, pero lo que me encantaba jugar era con el dedal, ese era mi juguete preferido, para mi mamá siempre lo perdía, ella siempre compraba uno  nuevo, hasta que un día me descubrió, tenía como dos dedales en una caja abajo de mi ropero jajajja , fue una de mis travesuras de mi niñez, que jamás se me borra de mi mente.

Susana
-
  



Mis juguetes en mi infancia era jugar a la pelota con los amigos de mi hermano, a la bolilla me gustaba tirar piedras con gomeras y siempre miraba la tele y pasaban propagandas de juguetes de varones como pistas de autos, pistolas, etc…. lloraba para que me las compren ¡
Mis papás me compraban muñecas o bebotes y a los dos días no sé por qué les cortaba el pelo, le sacaba alguna pierna o brazo y después terminaba queriendo la de mi hermana porque estaba impecable**
[no sé si animal pero mi mamá quería un varón y salí algo raro*/]

si fuera un animal creo yo que sería un koala, por la cantidad de horas que duermo a veces y por lo que me gusta dormir jajja
-
Rusita



  



Mi juego preferido querido fútbol
Desde chiquito siempre pateando algo, una botella, un almohadón, una cinta toda pegada en forma de pelota, lo que sea, si no había una pelota la hacía con cualquier tipo de material mientras se podía patear nos divertíamos, me acuerdo una anécdota de chiquito: que con mis compañeros les escondimos todas las pelotas el profesor me nos una, para no hacer físico, y dejamos solo una para que nos ponga a jugar un partido y no entrenar como correspondía. Esa historia quedo marcada para todos los chicos que estábamos

si fuese un animal sería
cocodrilo

Lucas




Pensando en mi infancia, lo primero que se me viene a la cabeza es el terreno de al lado de mi casa, el cual tenía un árbol y con mis hermanos, primos y los chicos del barrio nos creíamos salvajes, le atamos una soga a la rama más alta y resistente que tenía, de la cual nos turnábamos para tirarnos a hacer alguna salvajada. El terrenito!!! era lo bastante grande como para improvisar una canchita de fútbol, donde todos jugábamos tanto mujeres como hombres, cada tarde volvíamos corriendo a casa de la escuela pensando en que íbamos a jugar en el terrenito, que de seguro ya se estaba jugando algún partido

ELEFANTE

Abril



Bueno mi juego preferido de ahora es el truco y cuando era chico me gustaba jugar a la escondida y a la guerra. Juguete preferido no me acuerdo, jugaba mucho con los rasti, autitos, a la payana, bah muchos juguetes no tenía. Había cuatro o cinco motos a pila pero mi mamá no me dejaba usarlas para que no las rompa, al pedo porque después de grande no sé a quién se las regalé. Y lo que me más me gustaba era el verano que mis viejos alquilaban el departamento y nos íbamos todos a vivir a lo de mi abuelo en Quequén (en las 6 esquinas) y ahí sí me lo pasaba todo el día en la calle con la onda colgada en el cogote y un sachet de leche también colgado en el cogote para llevar las piedras, y los días de lluvia a jugar en el taller de mi papá con mi hermana y travesuras no les cuento porque no termino más de escribir, me lo pasaba haciendo macanas

el animal que me gustaría ser es un oso, así duermo todo el invierno, y en verano me dedico a pescar y caminar por las montañas

José

  
Desde pequeño siempre mi juego preferido era el fútbol, adoraban salir a jugar con mis vecinos y amigos, nos reuníamos y en medio de la calle armábamos arcos con grandes piedras, las cuales los vecinos nos hacían sacar porque pasaban con sus autos y podían romperlos. Nosotros los sacábamos en el momento que pasaban y las volvíamos a poner y renegaban mucho con nosotros. Pero era hermoso juntarse a jugar al fútbol. En mi caso era muy especial el fútbol y jugué hasta grande y hoy por condiciones físicas no puedo jugarlo pero sí armaba equipos para jugar en distintos torneos…

Travesura: como no recordaba alguna travesura le pregunté a mi mamá y dice que teniendo 5 años metí un cuchillo en un enchufe el cual hizo saltar la térmica y suerte porque de no ser así podría haberme electrocutado

Si en vez de ser una persona hubiera sido un animal me hubiera gustado ser un perro – el motivo es porque amo a los perros, son muy cariñosos y fieles

Sebastián


JUEGO DE NIÑOS EN LOS 60 (Introducción de “Sentimientos de una vida)



Mi casa de la infancia en la calle Belgrano de San Miguel, tenía una vereda ancha y de la vereda a la calle unos metros más de verde pasto siempre bien cuidado, éramos, se puede decir de la clase media de aquella época, “los sesenta”, la barrita de amigos teníamos entre 10 y 13 años, por supuesto que no había celular ni nada que se le parezca, en toda la cuadra podía haber una familia que tuviera un teléfono de línea. En aquella época se diferenciaban bien las clases sociales, estaba el pobre, que era bien pobre, que trabajaba de cualquier cosa, pero comida no les faltaba, estaba la clase media que se diferenciaba bastante del pobre y los ricos que eran realmente ricos, pocas veces interactuábamos con esa clase alta, nos separaba por parte de ellos, un status que nunca entendimos.

En la puerta de mi casa, al final de la vereda y justo en la línea divisoria del terreno vecino había una higuera, grande, fastuosa, con robustas ramas que subían y caían al verde pasto dejando un túnel donde nos juntábamos a jugar a la payana, estar debajo de esa higuera en verano era una sensación que jamás olvidare, pero yo sabía que esa fuente de sombra y frutos no era nuestra, mi abuelo me enseño que a pesar que estaba justo en la línea de nuestra casa la había plantado el vecino y por esas cosas de la agrimensura quedo medio tronco para cada lado y también por esas cosas de la naturaleza era más frondoso para nuestro lado, pero pertenecía al vecino y en esa época los buenos hábitos de convivencia inculcado por mis mayores  fueron parte de mi vida, así que tenía muy claro que la higuera no era nuestra, el tema estaba cuando daba frutos, nos empachábamos, pero teníamos que tener cuidado con la vecina, la señora Vizantiel que había quedado viuda y en honor a su difunto esposo cuidaba ese árbol como a una reliquia, además de tener un carácter de perro, nos espiaba por la ventana y si nos veía arrancar higos, salía con una escoba y armaba un desparramo de chicos, cada uno a su casa corriendo, si bien fue parte de nuestra infancia y lo relacionábamos con un juego más,  la molestábamos bastante, aunque en el fondo le teníamos miedo y respeto.



Esa casa vecina siempre nos dio temor y curiosidad, el frente hasta las ventanas era de mármol blanco jaspeado, resabios de un tiempo de riquezas en esa familia, si bien el caserón era de un solo piso se mostraba inmenso de alto y con terminaciones de bastones esculpidos, la viuda de vez en cuando hacia limpiar el frente para mantenerlo brillante, cuando eso ocurría aprovechábamos que abría la puerta y podíamos espiar un poco la casa, se veían muebles antiguos y alguna estatua, nunca pudimos saber si en esa casa existían los fantasmas o había guardado mucho oro y joyas y otras cosas que creíamos haber escuchado, pero un día la viejita murió, los hijos que se los veía muy poco tapiaron las ventanas y la pusieron en venta, a partir de ahí la higuera quedo nuestra, toda nuestra, a tal punto que armamos una casita con pertrechos de madera ente las dos ramas principales y pasó a ser nuestro refugio.

Nuestro juego principal por supuesto era el futbol, pero como segunda opción jugamos a la guerra, teníamos rifles hechos de madera y hacíamos dos bandos, nos escondíamos y empezaban los tiros, cuando alguien era descubierto le tiraba y gritaba “muerto Carlitos” y que hacia Carlitos?, se tiraba al piso mostrando su capacidad actoral para morir, cada uno tenía su estilo, pero entre todos estaba Edgardo “el correntino”, ¡!qué capacidad para morir que tenía!!, se agarraba el pecho y nos hacía creer que su sangre brotaba y le quedaba en las manos y se quedaba en el piso con los ojos abiertos y cara de muerte sufrida, realmente era un verdadero artista, valla a saber de qué película copió semejante actuación, solo había un cine y éramos muy habitués en el horario vespertino, pasaban dos películas pagando una sola entrada, recuerdo que al final de alguna película mostraban un corte de la próxima semana y nos mostraban una escena de supuesto sexo de aquella época y cuando la chica de la película se iba a levantar la blusa y mostrar sus bustos, se cortaba la escena y te ponían un cartel gigante, “PRÓXIMAMENTE”  y ahí estábamos la semana entrante sentaditos, nos mirábamos en penumbras entre sonrisas nerviosas esperando ese momento de la película, y… llegaba al mismo instante, el villano la obliga a desnudarse, la bella y voluminosa mujer con miedo y muy lentamente comienza a levantarse la blusa, nosotros sentados sin apoyar la espalda en la butaca, ya no nos miramos para no perdernos ningún detalle, pero justo en ese momento llega el maldito héroe y la rescata de lo que para nosotros era el éxtasis, y así  sin mostrar nada continua la escena con una pelea de hombres que poco nos interesaba, hasta ahí, nunca pudimos ver ni un pezón en ese cine, pero siempre nos embaucaban y volvíamos por las dudas, así era nuestra vida en los 60, el colegio, el futbol, el cine, la payana y los juegos de guerras.

Había llovido ese día y la cancha estaba muy mojada y no llego nadie para un picadito, entonces los seis amigos decidimos jugar a la guerra, nos separamos de a tres y empezábamos a buscarnos, en mi equipo estaba Luis y Beto y en el otro Pablo, Daniel y Edgardo, yo espío un poco y lo veo a Edgardo subir a la higuera, entonces me agazapo por la parte de atrás, la más frondosa y me quedo medio tapado entre las ramas esperando verlo, por haya escucho, pam, pam, muerto Beto!!, me había quedado sin un compañero, pero me quede quieto hasta que Edgardo asoma su cabeza de la puerta de nuestro bunker a tres metros del piso, lo deje que entre en confianza y cuando mostro todo el cuerpo, le apunto y pam, pam, muerto Edgardo grite!!, creo que fue la mejor actuación de su vida, soltó su arma, se tomó su estómago, me mostro sus manos ensangrentadas, volvió a mirar su cuerpo herido, empezó a retorcerse de dolor y se dejó caer ya muerto, su actuación fue tan sublime que se olvidó que estaba arriba de la higuera, cayo pesadamente y se  quebró la pierna derecha en dos partes.

El tiempo pasó, la pierna se curó y cuando quisimos jugar nuevamente a los soldaditos, ya no daba, casi todos estábamos en algo más importante, “noviando”

Darío




CONSIGNA NUEVA:



“Un hecho feliz con ingredientes”


Contar un recuerdo feliz –puede ser “el día más feliz” o uno cualquiera pero lindo 
PERO en la manera de contarlo tiene que estar incluido uno o dos de estos tres ingredientes:



-AL MENOS UN COLOR

-UN AROMA

-UN SONIDO O MÚSICA





Además: cuáles mi dicho o frase hecha preferido, POR EJEMPLO:



"la culpa no es del chancho..."